(3) Aprendiendo de las Ostras
“El poder de las palabras, no solo puede derretir el corazón congelado de una persona sino que la sinceridad de nuestra motivación, puede cambiar la vida de esa persona y la nuestra también”.
Dibujos de Jesús Torrealba
Las perlas son producto del dolor, son el resultado de la entrada de una sustancia extraña o indeseable al interior de una ostra, como un parásito o un grano de arena.
En la parte interna de la concha se encuentra una sustancia lustrosa llamada nácar. Cuando un grano de arena penetra, las cédulas del nácar comienzan a trabajar y cubren el grano de arena con capas y capas de esa sustancia, para proteger el cuerpo indefenso de la ostra. Una ostra que nunca fue “herida” de modo alguno, no produce perlas, en conclusión, las perlas son como “heridas curadas”.
Pregúntese: ¿Alguna vez, Ud. se ha sentido herido por algo o por alguien? ¿Tal vez, ha puesto su confianza en alguien que le engañaba? ¿Ha sido acusado de haber dicho o hecho alguna cosa que no dijo o nunca hizo? ¿Ha sentido en algún momento, que sus sueños se desmoronaron? ¿Ha sufrido los duros golpes del prejuicio de los demás? ¿Ha percibido la indiferencia o de algún modo se ha sentido perjudicado injustamente por alguien?
Si alguna vez le tocó vivir alguna de esas experiencias, entonces, produzca una perla. Cubra sus aflicciones (magulladuras) con muchas capas de amor benevolente (misericordia). Infelizmente son pocas las personas que se interesan por este tipo de reacción. La mayoría aprende apenas a cultivar resentimientos, dejando como consecuencia heridas abiertas, alimentándolas con varios tipos de sentimientos diversos y por supuesto no permitiendo que dichas heridas cicatricen.
Cuando aplicamos este ejemplo en la vida diaria vemos que muchos seres humanos existen como si fueran “ostras vacías”. No porque no hayan sufrido heridas, sino porque no han sabido sobrepasarlas o convertirlas en fuente de avance y crecimiento para su propia revolución humana. La incapacidad de comprender y transformar un dolor en misericordia, con seguridad sólo producirá, mayor sufrimiento a la propia persona.
Cuando somos capaces de aprender de las ostras podremos comprender que el haber “sufrido” por algo o alguien nos permitirán construir una formidable “perla” en nuestra propia vida. En lugar de apartarnos o “enconcharnos” en nuestro propio sufrimiento, creando y manipulando mayores resentimientos podríamos “recubrir” (crear capas de valor) con nuestras acciones benevolentes y de esta manera el efecto será que nos convertiremos en mejores seres humanos. Esto no significa convertirse en “manipuladores del dolor”, es más bien aceptar las cosas (buenas y malas) y convertirlas como el inicio de un proceso que nos producirá beneficios si lo asumimos adecuadamente mediante una actitud basada en el coraje y el aprendizaje para convertir cada situación adversa en una fuente de crecimiento para nosotros y quienes nos rodean.
Un pensamiento oriental establece: “El hierro, cuando es forjado entre las llamas, se convierte en una excelente espada”. De acuerdo con la cita, para forjar una espada, se necesita que el hierro sea sometido a un duro proceso; de la misma manera, el propósito de enfrentar las adversidades es permitirnos “forjar” nuestra propia vida.
Para resumir, las grandes dificultades representan una oportunidad única para transformar nuestras vidas. Y en el proceso, nos brindan la posibilidad de que nos desarrollemos como mejores seres humanos, más sensibles a lo que nos rodea y de lo que sienten quienes se encuentran a nuestro alrededor. Y sin duda todo esto significa convertir nuestra vida en una hermosa “perla” que contribuya a que otros también la construyan en su propia vida. ¿No les parece?
Autor Desconocido
Traducción de Luis Del Alcázar
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