Traducción y adaptación de Luis Del Alcázar
Cuando se habla de las relaciones de pareja, siempre habrá mucho por decir, porque en una relación, que se establece entre dos seres humanos, siempre existirán una infinidad de matices que la pueden “enriquecer” o por el contrario, con el transcurrir del tiempo, pueden “asfixiarla” como cuando nos falta el aire en un cuarto cerrado sin ventilación, me refiero a cuando se cae en la rutina y la relación no se renueva constantemente por el esfuerzo que cada quien haga en conjunto y/o separadamente. Y si no, recordemos cómo éramos cuando vivimos nuestro “noviazgo”, con quien hoy es nuestra pareja, ya sea esposa o esposo.
Dejando de lado por el momento lo
anterior, en esta oportunidad quisiera referirme a una historia muy particular.
En ella se nos da una simple lección acerca de cómo debemos enfrentar los
problemas y desafíos para mantenernos siempre activos y preparados ante
cualquier situación. La historia se llama “El pez fresco” y aunque no puedo
comprobar la veracidad de ese hecho, la historia por demás, es muy interesante
y le podemos extraer mucho provecho para nuestras propias vidas.
Para nadie es un secreto que a los
japoneses no sólo les gusta, sino que son los mayores consumidores de peces
frescos en el mundo entero. Por ello y desde hace décadas, en las aguas del
Japón se pescan múltiples variedades de
peces para el consumo humano. Y debido a esto, los japoneses aumentaron el
número de navíos pesqueros, los cuales comenzaron a pescar cada vez más lejos
de sus propias aguas territoriales.
Cuanto más lejos los pescadores iban,
más tiempo les llevaba, para que los peces llegaran a puerto. Si el viaje de
retorno les llevaba más de algunos días, los peces ya no podrían llamárseles
frescos. Y a los japoneses no les gustaba el sabor de los mismos.
Para resolver el problema, las
compañías navieras instalaron congeladores en sus barcos. Ellos pescaban y congelaban
los peces en alta mar. Los congeladores permitían que los pesqueros fuesen más
lejos y estuvieran en alta mar por mucho más tiempo. Con el tiempo los
japoneses empezaron a notar la diferencia entre el pez fresco y el congelado y
naturalmente, no les gustó el congelado. Mientras tanto el
precio del pez congelado empezó a descender vertiginosamente.
Entonces las empresas
instalaron “tanques especiales para los peces” en sus navíos pesqueros. Eso les
permitiría pescar y “enfriarlos” vivos en los tanques, tal como si fuesen
“sardinas”. Sin embargo, luego de cierto tiempo, y debido a la falta de
espacio, los peces poco a poco disminuían la intensidad de sus movimientos
hasta finalmente detenerse y no moverse más. Por lo tanto llegaban vivos, pero
cansados y abatidos. Consecuentemente, los japoneses aún así, podían percibir
la diferencia en el gusto y el frescor de los peces. La conclusión era que a
los consumidores japoneses no les agradaba el sabor de los peces apáticos.
¿Cómo pudieron resolver este problema?
¿Cómo lograron traer peces frescos aún desde largas distancias? Antes de que
responda, piense en lo siguiente:
Cuando las personas logran ciertos
objetivos: como encontrar a un novio (a) adecuado (a), cuando comienzan con
éxito en un nuevo empleo, cuando logran pagar todas o gran parte de sus deudas
acumuladas, o lo que cada uno desea, ellas pueden perder o tan sólo “disminuir”
su pasión por continuar avanzando y desarrollándose en sus vidas.
Ellas pueden llegar a pensar que no
necesitan más trabajar tanto, entonces se relajan. Ron Hubbard (escritor, educador, filántropo, administrador y
artista), comentó al comienzo de la década de los 50: “Extrañamente, el hombre progresa solamente cuando se enfrenta a un
ambiente desafiante”. Cuanto más
inteligente, persistente y competitivo sea Ud., más capacidad desarrollará en su vida para poder enfrentar los
problemas, los cuales al fin y al cabo están allí para ser resueltos y no para
ser evadidos por nosotros. Si los desafíos que Ud. encuentre, los enfrenta
con coraje y sabiduría, y si además, es lo suficientemente paciente para
avanzar paso a paso, pero con firmeza, entonces; cuando los conquiste, Ud. se
sentirá muy feliz, ¡será un auténtico vencedor! Se dará cuenta que ¡está
vivo!!!
Volviendo a la historia que dejamos líneas
atrás. Las empresas que poseían instalados tanques en sus barcos pesqueros,
decidieron adicionar pequeños tiburones en cada tanque. El tiburón se comía a
algunos peces, sin embargo la mayoría lograban llegar “muy vivos y frescos”. Y
todo se debía a que estando en los tanques, debían estar alertas y desafiantes
ante el peligro, durante todo el viaje de retorno a puerto.
Por consiguiente, como norma de vida y
en lugar de evitar o “esquivar” los desafíos, debemos enfrentarlos para
pulirnos como auténticos seres humanos. Los seres humanos poseemos,
inherentemente (aunque no lo creamos, ni nosotros mismos) la más poderosa
herramienta y se encuentra precisamente dentro de nuestras propias vidas. Tiene
innumerables calificativos, sin embargo solo mencionaremos una: nuestra
capacidad para desafiarnos ante la adversidad. Sólo tenemos que activarla y
mantenerla “fresca y viva”.
Si sus desafíos son muy grandes y
numerosos, no desista, organícese. Desarrolle más determinación en su vida
cotidiana, investigue, adquiera más conocimiento sobre lo que busca o desea.
Pida ayuda si es necesario. No se quede paralizado esperando algo fuera de su
propia vida. Todo proviene de nuestra propia vida interior. Y, cuando Ud. logre
sus desafíos, visualice y propóngase alcanzar aún otros mayores en su vida.
Nada existe separado de lo demás, todo
está íntimamente relacionado. Nunca olvidemos que lo que podamos hacer por la
felicidad, o el avance de los demás también se reflejará en nuestras vidas, y
la de quienes nos rodean, mostrándolas así, cómo estamos alcanzando y logrando
vencer en cada meta y objetivo que nos proponemos lograr, podremos inspirar a otros a que también lo hagan en sus vidas.
“Ponga
un tiburón en el tanque de su propia vida y verá cuán lejos podrá llegar Ud.
mismo”. Ud. ya posee los recursos y destrezas para hacer la diferencia.
Y si nos preguntamos que tiene que ver
esta historia con las primeras líneas de este tema, yo diría que: ¡no permitamos
que nuestros sentimientos caigan en la rutina; mantengámoslos “frescos y vivos”.
Todo depende de nuestra determinación. Y si nos enfrentáramos a la posibilidad
de perderlos, ¡siempre recordemos esos “primeros tiempos” y luchemos bravamente!
El resultado dependerá de nuestra sabiduría, persistencia y coraje. Al fin y al
cabo, los “tiburones” son los sueños, los planes, objetivos, desafíos que nos
fijamos rumbo hacia un futuro mejor. Si reflexionamos acerca de la fiereza que
representan estos especímenes marítimos, nuestros desafíos también los poseen,
¿no les parece?