“Cierto día, mi esposa me
recomendó salir con otra mujer. Después de varios años de matrimonio descubrí
una nueva manera de mantener viva la chispa de nuestro amor. Desde hacía poco,
había comenzado a salir con la otra mujer, en realidad había sido idea de mi
esposa…
-
Tú sabes que la amas, -me dijo un día, tomándome por
sorpresa-.
-
La vida es muy corta, dedícale tiempo. Pero yo te
amo a ti - protesté.
- Lo sé. Pero… también la amas a
ella.
La otra mujer a quien mi esposa
quería que yo visitara, era mi madre, viuda desde hace unos años, pero las
exigencias de mi trabajo y mis hijos hacían que sólo la visitara
ocasionalmente...
Esa noche la llamé para
invitarla a cenar y al cine.
- ¿Qué te ocurre? ¿Estás bien?
me preguntó. Mi madre es el tipo de mujer que una llamada tarde, en la noche o una
invitación sorpresiva es indicio de malas noticias.
- Creí que sería agradable
pasar algún tiempo contigo, le respondí. Los dos solitos! ¿Que opinas?
Reflexionó sobre ello un
momento. - Me gustaría muchísimo, dijo...
Ese viernes mientras conducía
para recogerla después de mi trabajo me encontraba nervioso, era el nerviosismo
que antecede una cita... y a decir verdad, cuando llegué a su casa, vi que ella
también estaba muy emocionada!..
Me esperaba en la puerta con su viejo abrigo puesto, se había rizado el
pelo y usaba el vestido con el que celebró su último aniversario de bodas, su
rostro sonreía, irradiaba luz, se veía muy feliz.
- Les dije a mis amigas que iba
a salir con mi hijo y se mostraron muy emocionadas- me comentó mientras subía a
mi auto- No podrán esperar a mañana para escuchar acerca de nuestra velada...
Fuimos a un restaurante no muy
elegante, pero si muy acogedor, mi madre se aferró a mi brazo como si fuera
"La Primera Dama de la Nación"...
Cuando nos sentamos tuve que leerle el menú. Sus ojos sólo veían grandes
figuras. Cuando iba por la mitad de las entradas, levanté la vista; mi mamá
está sentada al otro lado de la mesa y sólo me miraba. Una sonrisa nostálgica
se le delineaba en los labios...
- Era yo quien te leía el menú
cuando eras pequeño ¿Recuerdas? - Entonces es hora de que te relajes y me
permitas devolver el favor respondí.
Durante
la cena tuvimos una agradable conversación, nada extraordinario, sólo ponernos
al día uno con la vida del otro. Hablamos tanto que nos perdimos el cine...
-Saldré contigo otra vez, pero sólo si me dejas invitar, dijo mi madre
cuando la llevé a su casa, asentí, la besé, la abracé.
-
¿Cómo estuvo la cita? - quiso saber mi esposa cuando llegué aquella noche. -
Muy agradable, gracias, Mucho más de lo que imagine, le contesté.
Días
más tarde mi madre murió de un infarto masivo, todo fue tan rápido, no pude
hacer nada. Al poco tiempo recibí un sobre del restaurante donde habíamos
cenado mi madre y yo y una nota que decía: "La cena está pagada por
anticipado, estaba casi segura que no podría estar allí, pero igual pagué para
dos, para ti y tu esposa, jamás podrás entender lo que aquella noche significó
para mi. ¡Te amo!”
En ese momento comprendí la
importancia de decir a tiempo "TE AMO" y de darles a nuestros seres
queridos el espacio que se merecen; nada en la vida será más importante que la
familia, dales tiempo porque ellos no pueden esperar...
Si
vive tu madre, disfrútala... Si no... Recuérdala... Recuerda siempre: Uno puede
perdonar, pero el tiempo nunca.
Nota personal: Esta
historia me hizo recordar lo que yo también alguna vez hice con mi propia
madre, jamás la olvido, ella vive en mi corazón por siempre !!!I
Luis Del Alcázar La Rosa
Cortesía de: María Antonieta Muhammad Mejía
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