Fuente: Cortesía de
mi amiga y compañera, Ana Yilda León.
Transcripción: Luis Del Alcázar
Lo que sigue a continuación es una historia real que sucedió en la
Universidad de Antioquia, Colombia:
El primer día
de clase en la Universidad, nuestro profesor se presentó a los alumnos y nos
desafió a que nos presentásemos a alguien que no conociésemos todavía.
Me quedé de pie para mirar
alrededor cuando una mano suave tocó mi hombro. Miré para atrás y vi una
pequeña señora, viejita y arrugada, sonriéndome radiante, con una sonrisa que
iluminaba todo su ser. Dijo: "Eh, muchacho... Mi nombre es Rosa. Tengo
ochenta y siete años de edad. ¿Puedo darte un abrazo?"... Me reí y
respondí: "¡Claro que puede!".Y ella me dio un gigantesco
apretón."
¿Por qué está Ud. en la facultad
en tan tierna e inocente edad?", pregunté. Respondió juguetona:
"Estoy aquí para encontrar un marido rico, casarme, tener un montón de
hijos y entonces jubilarme y viajar"."Está bromeando", le dije.
Yo
estaba curioso por saber qué la había motivado a entrar en este desafío con su
edad; y ella dijo: “Siempre soñé con tener estudios universitarios, y ahora
estoy teniendo uno". Después de clase caminamos hasta el edificio de la
unión de estudiantes, y compartimos una malteada de chocolate. Nos hicimos
amigos instantáneamente.
Todos los días en los siguientes
tres meses teníamos clase juntos y hablábamos sin parar. Yo quedaba siempre
extasiado oyendo a aquella "máquina del tiempo" compartir su
experiencia y sabiduría conmigo.
En el curso de un año, Rosa se
volvió un icono en el campus universitario y hacía amigos fácilmente
dondequiera que iba.
Adoraba vestirse bien, y se
reflejaba en la atención que le daban los otros estudiantes. Estaba disfrutando
la vida. Al fin del semestre invitamos a Rosa a hablar en nuestro banquete del equipo
de fútbol.
Fue presentada y se aproximó al pódium.
Cuando comenzó a leer su charla preparada, dejó caer tres de las cinco hojas al
suelo. Frustrada, tomó el micrófono y dijo simplemente: "Discúlpenme,
¡estoy tan nerviosa! ...Nunca conseguiré colocar mis papeles en orden de nuevo,
así que déjenme hablar a Uds. sobre aquello que sé".
Mientras reíamos, ella despejó su
garganta y comenzó:"No dejamos de jugar porque envejecemos;
envejecemos porque dejamos de jugar". Existen solamente tres secretos
para que continuemos jóvenes, felices y obteniendo éxito: 1.- Se necesita reír
y encontrar humor en cada día. 2.- Se necesita tener un sueño, pues cuando
éstos se pierden, uno muere. ¡Hay tantas
personas caminando por ahí que están muertas y ni siquiera lo sospechan! 3.- Se necesita conocer la diferencia entre
envejecer y crecer...
"Si usted tiene diecinueve
años de edad y se queda tirado en la cama sin hacer nada productivo, terminará
amargado y lucirá envejecido... Pero si usted como yo tiene ochenta y siete
años y es productivo, no le pondrá años a su vida sino que le pondrá vida a su
edad y lucirá y actuara como cualquier joven.
“Eso
no exige talento ni habilidad. La idea es crecer a través de la vida y
encontrar siempre oportunidad en la novedad. Los viejos generalmente no se
arrepienten por aquello que hicieron, sino por aquellas cosas que dejaron de
hacer. Las únicas personas que tienen miedo de la muerte son aquellas que
tienen remordimientos".
Al
fin de ese año, Rosa terminó el último año de la facultad que comenzó tantos
años atrás. Una semana después de recibirse, Rosa murió tranquilamente durante
el sueño. Más de dos mil alumnos de la facultad fuimos a su funeral en tributo
a la maravillosa mujer que enseñó, a través del ejemplo, que "nunca es
demasiado tarde para hacer todo aquello que uno puede probablemente ser".
"Envejecer es obligatorio;
crecer, opcional". Si alguna vez no te dan la sonrisa esperada, sé
generoso y da la tuya, porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa, como
aquel que no sabe sonreír a los demás.
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